jueves, agosto 04, 2005

Cronicas VI...

En la plaza.

Al principio se me hizo raro verla bailando alrededor de esa fuente con un títere entre sus manos, cantaba y brincaba como si fuera una niña de 5 años a la cual le acaban de regalar lo que siempre había deseado. Pedí un par de cervezas al mesero y me senté en una de las mesas ubicadas en la parte de afuera de ese bar, vacío apenas por la tarde. La chica daba vueltas por todos lados bailando y cantando, parecía estar como, en un viaje psicotropico, de cuando en cuando se sentaba con los demás clientes de otros bares de esa plaza medio vacía. Parecía no molestarles, pues les contagiaba la buena vibra y lo feliz de esos ojos claros, al menos les robaba una sonrisa.

En algunas ocasiones, lograba tener una charla amena con alguno de los clientes, al menos eso me parecía, cantaba y hacia bailar sobre la mesa al títere que traía en sus manos. Al final seguía haciendo lo mismo, dar vueltas por toda la plaza. Lo interesante de mi lectura y la sed que tenia me hizo pedir otro par de cervezas, prendí el sexto cigarrillo y me dispuse a seguir con mi lectura.

No note el tiempo en que se acerco a mi mesa hasta que la vi sentada frente a mí, y como si nos conociéramos de tiempo me dio un “hola” seguido de un “como estas” con tanta naturaleza que trate de recordar si la conocía de algún lugar.
-Te puedo contar una historia?
Dije que si con mi cabeza cerrando mi libro y dando una fumada a mi tabaco. Puso el títere sobre la mesa y empezó un monologo algo parecido a esto:

“Había una vez cuatro duendes, a los cuales les encomendaron guardar el amor de los hombres y las mujeres, y que no les fuera tan sencillo encontrarlo para poder valorarlo más.
Uno de ellos dijo:
- Hay que meterlo en lo profundo del mar.
Los otros tres protestaron alegando que el hombre inventaría algo para viajar a las profundidades del mar y lo sacaría, y harían mal uso de el pues les seria tan sencillo encontrarlo con los inventos del hombre.
El segundo dijo:
- Hay que ponerlo en la cima más alta del mundo.
Los otros protestaron diciendo que tarde o temprano, sé correría el rumor de que se encuentra en las cimas mas altas del mundo y algún día conquistarían esos montes y quizá harían mal uso de el.
El tercero dijo:
- Hay que ponerlo en la ciencia.
Los demás protestaron. Todos los científicos y estudiosos lo encontrarían tan rápido que abusaran de los que nada saben de ciencia y harían mal uso de el.
El cuarto y ultimo dijo:
- Hay que meterlo en el corazón de cada hombre y mujer del mundo, pues a pesar de estar tan cerca de ellos les será tan difícil penetrar el corazón de una mujer al igual que el suyo, le podemos poner un escudo al cual le llamaremos celos, que los sentimientos lo vigilen y que este envuelto con tres capas de enamorarse, extrañar y querer.
No hubo protesta alguna por parte de los tres duendes dieron por valido que causaría tanto esfuerzo encontrar el amor dentro del corazón mismo.

Ahora que sabes donde esta el amor, le podrías regalar una moneda a mi títere?”
En ese momento entendí la risa que les causo a los demás clientes de los demás bares de esa plaza. Nos regalamos una sonrisa, deje sobre la mano del títere una moneda de 5 pesos y un cigarrillo prendido en los labios de esa pequeña niña enfundada en un cuerpo de adolescente de por lo menos 17 años, me dio las gracias, hizo que me despidiera del títere con un apretón de manos, y acto seguido, se marcho dando vueltas por toda la plaza medio vacía, cantando y brincando, como si fuera una niña de 5 años a la cual le acaban de regalar lo que siempre había deseado.

Johnny.
Agosto 4, 2005

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