jueves, junio 09, 2005

Cronicas IV...

Mi chompi.
(O lo que es lo mismo: La Jefa de Jefas)

Al principio fue mi hermana la que dejo la casa, por algunos problemas con mi padre. Después seguí yo, curiosamente por los mismos problemas con mi padre. De alguna manera los jóvenes nos sentimos a veces como que medio incomprendidos por los padres. ¿Refugio?. Los abuelos. El tiempo que estuve con ella los goce di-a-madre. Yo dormía en una recamara de la planta baja, donde ahora esta instalada ella. Cerca del baño, del teléfono y de la sala. Los vecinos tienen un negocio de cervezas, que en los fines de semana, eso se pone peor que cantina en días de quincena. Mas de una vez me entere de los chismes mas frescos de la colonia, y de algún que otro marcador de la liga de Fútbol de Jiutepec. Fui testigo de múltiples broncas fuera de casa, por lo regular a las 3 de la madrugada, peleas con el monstruo después de cartón y medio, constantes muestras de cariño después de un pomo y demás joterias que se acostumbra en estado etílico.

Un día por andar siguiendo a sus nietos pequeños –supongo que fue eso- quiso comprobar en índice de rebotabilidad de su cabeza contra en duro concreto, simplemente se fue de cabeza por las escaleras, dándose sendo guamaso marca ACME. ¿A poco no se ven poca madre los detalles que les ponen los herreros en los barandales de una escalera, y mas cuando tienen un firme color negro?. Yo creo eso pensó después de ver los cuatro pollos desplumados volando alrededor de su cabeza y de bajar por lo menos 5 escalones y no precisamente a pie.

La matrona tiene 7 hijos, 4 hombres y tres mujeres. La mayor, mi amami (shulada de señora). 17 nietos y dos bisnietos. Tenía una polleria que con el tiempo pasó a manos de uno de mis tíos, donde atendió por lo menos 30 años, quizá más. Aficionada al cuidado de las plantas. Miembro de la vela perpetua. Miembro activo del club de fans “tres veces te engañe” de paquita la del barrio. Telenovelera y cinéfila hasta el tuétano. Si por ella fuera, podría chutarse la colección completa de películas de Pedro Infante en un día completo sin pararse de su mecedora, que por cierto, ya no mece por que le falta un pedazo de madera en una de sus patas, si intentas hacerlo, posiblemente te vayas de espalda. Y que decir de su calvario de películas de semana santa. Aleluya hemano. Un día, tardo media hora en darse cuenta que uno de sus nietos estaba sentado al lado. Le fue imposible apartar la vista de la pantalla, pues la heroína de la telenovela, se había enterado que tenia una enfermedad terminal, y que cambiaria drásticamente el sentido de la historia. Perderse la novela en el horario estelar, ni lo sueñes.

Antes de que tomara demasiado medicamento, ocasionado por su enfermedad, salía con sus dos intimas amigas. Les gustaba irse a la botana. Se perdía de 3 a 4 horas por lo regular los días viernes. Al regreso, solo decía que había ido a comer con sus chompis. De ahí el mote a la que se hizo acreedora, todo ello gracias a mi hermana. La chompi.

Ya he mencionado que es fan de paquita la del barrio. Un día, -me parece que fue su cumpleaños- uno de mis tíos llevo a casa, unos pollos rostizados. Carisimos. Precisamente ese día tenía una presentación, en la feria de Cuernavaca, la mentada Paca. Mi tía –que también es considera fan- consiguió para su madre, como regalo de cumpleaños, pases para esa presentación. Lista para salir de casa, sintió un pequeño e incomodo retortijón –si se entera que les cuento esto, o me mata o de plano corrige mi versión- al que no le tomo demasiada importancia. ¿Acaso, seria suficiente un insignificante retortijón como para privarse de tan magno evento y de paso desperdiciar ese boleto?. Ya instalada en el lugar del concierto, se le olvido que se sentía mal. Y canto voz en cuello “me saludas a la tuya”, y vino “rata de dos patas”, con cerveza y cigarro liado a mano, entono “invítame a pecar” y demás rolas. Los retortijones fueron presentándose con mucho más frecuencia. El baño parecía mas lejos que el regreso a su casa. Aun faltaban 20 minutos más para el término del evento.

Su malestar cedió después de entrar a escondidas, al terreno de una casa, donde dejo, su entonces, tarzanera color blanco con todo y rajita de canela. Estoy seguro que los dueños del mencionado terreno, debieron percatarse de su decoloración al día siguiente. Ya en el taxi, mi tía no paraba de reír. El trayecto de regreso a casa se le hizo eterno. Con la comodidad de estar en casa, termino lo que dejo inconcluso unos minutos antes en ese terreno. Yo hice lo propio, pero de risa, después de enterarme de lo ocurrido esa noche.

El tiempo que estuve en su casa, me dio oportunidad de conocerla aun más a fondo. Supe de sus enamorados, desde un jinete con todo y caballo, en su época de juventud, hasta un señor que moría por sus huesitos, cuando ya estaba separada de mi abuelo. Le conté como 8 un día. Después del almuerzo los fines de semana, me quedaba horas platicando con ella. Lo hacíamos en compañía de unas chelitas, la suya escarchada y con limón. Sabia que mis tíos se molestaban, pues como iba a ser posible que el nieto le estuviera dando a tomar cerveza, siendo que ella supuestamente estaba tomando medicamento. Cuando mi hermana estaba con ella de refugiada hacia lo mismo.

Estando fuera de casa me dio oportunidad tratarme con gente profesional. Tuve un psicólogo gay, que a pesar que es psicólogo y aparte gay, es un wey poca madre
A raíz de un accidente automovilístico de mi tía que la tuvo por lo menos dos meses inmovilizada en cama, a causa de una fractura en la cadera, fue que regrese a casa de mis padres. Solucione mi incomunicación con mi hermano menor, y mi carácter cambio debido al trato profesional del gay pocamadre. Visito con regularidad a mi abuela. Y aun podemos seguir platicando horas, acompañados de unas cervezas heladas. La suya escarchada, con sal y limón, porfavor.





Johnny
Mar.- 03 - 05

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