Cronicas III...
Hoy que no tengo abuela.
Aun recuerdo los días de mi niñez, con esto quiero decir que en efecto, tuve infancia. Como todo mancebo tuve mis amigos, a los que veía en la escuela y después de la comida, para echar la famosa cascarita.
Aun vivo en la misma casa desde mi niñez, vivo cerca de una barranca, que cuando es temporada de lluvia, eso se pone inundado, lo mismo ocurre con mis vecinos, que año tras año nos convertimos en los damnificados de la colonia. Vivíamos mis padres, mis hermanos y mi abuela paterna. Mi hermana que es mayor que yo 5 años tuvo mucho mas acercamiento con ella que el que tuvimos mi hermano menor y yo. Ella la conoció mucho mejor que nosotros dos.
Sufríamos constantes cortes eléctricos en esos días de borrasca. Y debo decir que eran mágicos esos momentos en los que nos alumbrábamos con velas. En cuanto ocurría, prácticamente quitábamos a mi abuela de su maquina de coser, para que nos contara alguno de sus tantos cuentos. Había hadas, duendes, magia en esos momentos sin luz, de fondo la voz de mi abuela con sus historias. Ahora por mas que trato, solo recuerdo y a medias, una historia de su pueblo natal Tixtla, Guerrero. El viejito ranero. Cuando teníamos alguna presentación en algún bailable en la escuela, era ella quien confeccionaba el atuendo que tendríamos que llevar. Uno de esos días, mi hermano tenia que llevar un chaleco, solo que al muy güey se le olvido que era negro y no rojo como la tenia. Se sentó a llorar porque no podía ir a bailar con un chaleco rojo, si los demás llevaban uno negro. 30 minutos después, mi abuela tenia uno idéntico pero de diferente color. Por las tardes siempre recibía visitas. Acostumbraba echar sus “chilitos”, que no era otra cosa, que hablar algo mal de algunas personas, con las visitas que tenia.
Al ir creciendo y al tener ocupaciones de adolescente, poco a poco se fue perdiendo la magia de esos días de lluvia. Posiblemente los hijos de mi hermana seguirían con esa costumbre. Ellos nunca llegaron a conocer a esa gran mujer que era mi abuela, ya la puedo ver encantada con los “sacatepongolas”. Puedo imaginarla dirigiéndose a ellos como “chambones” seguida de una carcajada, ocasionada por alguna de sus tantas puntadas de mis sobrinos. Tendrían cada quien tres pares de chores de diferentes colores con sus iniciales al costado o algún distintivo para identificar a quien pertenece, cantidad de playeras elaborados por las mágicas manos que ella tenia y alguno que otro dulce o juguete guardado dentro de su viejo ropero para cuando llegaran corriendo a visitarla. No sé si aun tuviera la paciencia de contarles los cuentos como lo hacia con mis hermanos y conmigo.
Tenia pactada una operación, precisamente el día de la boda de mi hermana. Prácticamente mando a chihuahua a un baile a los doctores encargados de su cirugía. Ella tenia que estar con su nieta. Y así fue. Aun tengo la invitación que se le hizo llegar a mi abuela para la ceremonia. A pesar que estaba enferma, comio de todo. Fue su ultima foto con toda la familia reunida. Ahora se encuentra en el centro de una pared de la sala. Cuando mi hermana anuncio el embarazo del primer nieto para mis padres, mi abuela se dirigió a ella diciéndole que ya lo conocía. Le dio señas de cómo iba a ser. Acertó en mucho. No pudo llegar a verme egresado de mi universidad. Después de su operación nada fue igual.
El día de su muerte, hasta el cielo lloro, como dice la canción. Mucha familia que no conocía fue llegando poco a poco a casa. En el transcurso del día que se estuvo velando su cuerpo, no recuerdo haber soltado alguna lagrima. De hecho creo recordar que fui él ultimo en hacerlo. En algunos días, solía tocar la guitarra en la casa, ahora vacía, que ocupo en sus últimos días, los amigos me decían si no me daba miedo estar ahí. Creo que no quede a deberle nada a mi abuela.
Aun tengo mi abuela materna a la que quiero un chingo y le tengo enorme cariño. Ya les daré una reseña de la chompi y de las múltiples chelas que con singular alegría nos hemos tirado.
Hay muchas cosas de las que no me acuerdo. Mi hermana seria la indicada en contarles esto, ella tiene aun más recuerdos y podría darles una mas detallada explicación que yo.
Desabueladamente
Johnny
Mar.- 02 - 05
Aun recuerdo los días de mi niñez, con esto quiero decir que en efecto, tuve infancia. Como todo mancebo tuve mis amigos, a los que veía en la escuela y después de la comida, para echar la famosa cascarita.
Aun vivo en la misma casa desde mi niñez, vivo cerca de una barranca, que cuando es temporada de lluvia, eso se pone inundado, lo mismo ocurre con mis vecinos, que año tras año nos convertimos en los damnificados de la colonia. Vivíamos mis padres, mis hermanos y mi abuela paterna. Mi hermana que es mayor que yo 5 años tuvo mucho mas acercamiento con ella que el que tuvimos mi hermano menor y yo. Ella la conoció mucho mejor que nosotros dos.
Sufríamos constantes cortes eléctricos en esos días de borrasca. Y debo decir que eran mágicos esos momentos en los que nos alumbrábamos con velas. En cuanto ocurría, prácticamente quitábamos a mi abuela de su maquina de coser, para que nos contara alguno de sus tantos cuentos. Había hadas, duendes, magia en esos momentos sin luz, de fondo la voz de mi abuela con sus historias. Ahora por mas que trato, solo recuerdo y a medias, una historia de su pueblo natal Tixtla, Guerrero. El viejito ranero. Cuando teníamos alguna presentación en algún bailable en la escuela, era ella quien confeccionaba el atuendo que tendríamos que llevar. Uno de esos días, mi hermano tenia que llevar un chaleco, solo que al muy güey se le olvido que era negro y no rojo como la tenia. Se sentó a llorar porque no podía ir a bailar con un chaleco rojo, si los demás llevaban uno negro. 30 minutos después, mi abuela tenia uno idéntico pero de diferente color. Por las tardes siempre recibía visitas. Acostumbraba echar sus “chilitos”, que no era otra cosa, que hablar algo mal de algunas personas, con las visitas que tenia.
Al ir creciendo y al tener ocupaciones de adolescente, poco a poco se fue perdiendo la magia de esos días de lluvia. Posiblemente los hijos de mi hermana seguirían con esa costumbre. Ellos nunca llegaron a conocer a esa gran mujer que era mi abuela, ya la puedo ver encantada con los “sacatepongolas”. Puedo imaginarla dirigiéndose a ellos como “chambones” seguida de una carcajada, ocasionada por alguna de sus tantas puntadas de mis sobrinos. Tendrían cada quien tres pares de chores de diferentes colores con sus iniciales al costado o algún distintivo para identificar a quien pertenece, cantidad de playeras elaborados por las mágicas manos que ella tenia y alguno que otro dulce o juguete guardado dentro de su viejo ropero para cuando llegaran corriendo a visitarla. No sé si aun tuviera la paciencia de contarles los cuentos como lo hacia con mis hermanos y conmigo.
Tenia pactada una operación, precisamente el día de la boda de mi hermana. Prácticamente mando a chihuahua a un baile a los doctores encargados de su cirugía. Ella tenia que estar con su nieta. Y así fue. Aun tengo la invitación que se le hizo llegar a mi abuela para la ceremonia. A pesar que estaba enferma, comio de todo. Fue su ultima foto con toda la familia reunida. Ahora se encuentra en el centro de una pared de la sala. Cuando mi hermana anuncio el embarazo del primer nieto para mis padres, mi abuela se dirigió a ella diciéndole que ya lo conocía. Le dio señas de cómo iba a ser. Acertó en mucho. No pudo llegar a verme egresado de mi universidad. Después de su operación nada fue igual.
El día de su muerte, hasta el cielo lloro, como dice la canción. Mucha familia que no conocía fue llegando poco a poco a casa. En el transcurso del día que se estuvo velando su cuerpo, no recuerdo haber soltado alguna lagrima. De hecho creo recordar que fui él ultimo en hacerlo. En algunos días, solía tocar la guitarra en la casa, ahora vacía, que ocupo en sus últimos días, los amigos me decían si no me daba miedo estar ahí. Creo que no quede a deberle nada a mi abuela.
Aun tengo mi abuela materna a la que quiero un chingo y le tengo enorme cariño. Ya les daré una reseña de la chompi y de las múltiples chelas que con singular alegría nos hemos tirado.
Hay muchas cosas de las que no me acuerdo. Mi hermana seria la indicada en contarles esto, ella tiene aun más recuerdos y podría darles una mas detallada explicación que yo.
Desabueladamente
Johnny
Mar.- 02 - 05
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