Cosas que he callado...
Laura.
Hacia semanas que pasaba lo mismo con sus sueños. Lo curioso de esto era que se presentaban solo los fines de semana. Sabia que algo trataban de significar esos raros sueños. Personas extrañas para ella, eran los protagonistas de esos pasajes alucinantes y mortuorios. Quizás la presión del trabajo, alguna película o simples pesadillas sin importancia pensó ella. Quizás fue eso.
La noche de ese viernes, lejos de su lugar de residencia, ocurría un asesinato. Del otro lado de la ciudad un auto compacto azul de modelo reciente corría a alta velocidad por una avenida poco transitada de esa ciudad, con dos tripulantes en su interior. Juan se dirigía unas calles mas abajo hacia su casa con un paquete entre las manos, era de noche y solo llevaba en su pensamiento algo que le intrigaba de suma manera: ¿le gustara?. Minutos mas tarde yacía boca abajo con una figura corporal grotesca, su cabeza descansaba sobre un charco rojo. Su sangre. Encima de el, una sabana blanca manchada en un extremo de su roja sangre. Era el cumpleaños de su esposa.
Como todas las mañanas de un lunes, y después de una ducha matutina antes de salir hacia el trabajo, Laura tomaba café en la misma taza que años antes perteneciera a su padre. El periódico en la mesa le contaba lo torcido en la política nacional, los estrenos en las principales salas de cine y teatro, las ofertas en los supermercados, los resultados de la jornada dominical del fútbol, algunas noticias sin importancia para ella. En la parte posterior y alejada de la vista de Laura, se informaba con lujo de detalle el móvil del asesinato de esa infortunada mujer encontrada en su domicilio semidesnuda, ultrajada y salvajemente golpeada. Muerta. Como de costumbre, las autoridades solo mencionaron a los medios de información que se abriría una investigación. Candidata excelente para las crecientes cifras de delincuencia. Cuenta como los tripulantes de ese auto se impactaron de frente contra un árbol, el estado clínico del copiloto, así como la dirección del anfiteatro en donde se encuentra el cuerpo del conductor del compacto azul. La esposa de Juan lloraba desconsolada, rasguñaba, se jalaba los cabellos al leer la triste reseña de lo ocurrido con su esposo la noche que inexplicablemente no llego a casa a celebrar con ella un año mas de vida. Jamás volvería a recibir un beso, una caricia, un abrazo, una mirada, una palabra, un regalo mas de Juan.
Se hacia tarde para Laura, ya no daba tiempo que se enterara de esa nota roja. Dentro de su auto y con rumbo a lo que seria el inicio de una semana mas de trabajo encerrada en una fría oficina, cantaba desentonada la canción de moda, sin dejar de pensar en esos tres alucinantes sueños. Toda la semana transcurrió como la anterior y como la de muchas semanas antes, estaba harta de la monotonía que representaba su trabajo, su vida vacía sin pareja, con pocos amigos, el estar cerca de su familia al alcance de un teléfono. Cansada y con ganas de no saber nada sobre los pendientes del trabajo, termino esa semana. El viernes por la noche no fue al bar de costumbre, estaba demasiado cansada como para pensar en cerveza y ambiente de baile. Prendió la televisión y se sentó en un cómodo sillón rojo. La noche se fue tornando más aburrida y más pesada. Laura callo en un profundo sueño.
Laura sudaba frió. Su corazón parecía que explotaría en cualquier momento. Le faltaba el aire. Sentía como poco a poco se hundía en su torso plano, una hoja de acero filoso, veía como una mano extraña entraba y salía de su cuerpo, por mas que luchaba contra ese extraño hombre, no cedía, gritaba, lloraba, suplicaba, pateaba, golpeaba, escupía, mordía. Todo era en vano. Eran gritos sordos. Estaba sola. No había nadie en ese parque. Sentía lo húmedo de su sangre en su blusa blanca, como se cortaban los músculos de su torso, como corría el aire por su bien formado cuerpo, el frió que poco a poco entraba en su cuerpo, el cansancio de luchar contra alguien mucho mas fuerte que ella, lo pesado que se volvían sus pasos, sentía como se le iba escapando la vida...
Asustada, levanto la parte superior de su cuerpo, como jalada por un resorte, su almohada estaba totalmente empapada de sudor al igual que su pálido rostro. El reloj marcaba 4:30 de la madrugada. En la televisión ya no había transmisión. El té estaba frió. La casa sola. Ella sola. Solamente de dejaba respirar un leve olor a colilla de cigarro quemada.
Respiro profundamente. Sabia lo que pasaría, alguno de los días de la semana.
Esa noche, ella fue la protagonista de ese sueño...
Johnny.
Junio 6, 2005
Hacia semanas que pasaba lo mismo con sus sueños. Lo curioso de esto era que se presentaban solo los fines de semana. Sabia que algo trataban de significar esos raros sueños. Personas extrañas para ella, eran los protagonistas de esos pasajes alucinantes y mortuorios. Quizás la presión del trabajo, alguna película o simples pesadillas sin importancia pensó ella. Quizás fue eso.
La noche de ese viernes, lejos de su lugar de residencia, ocurría un asesinato. Del otro lado de la ciudad un auto compacto azul de modelo reciente corría a alta velocidad por una avenida poco transitada de esa ciudad, con dos tripulantes en su interior. Juan se dirigía unas calles mas abajo hacia su casa con un paquete entre las manos, era de noche y solo llevaba en su pensamiento algo que le intrigaba de suma manera: ¿le gustara?. Minutos mas tarde yacía boca abajo con una figura corporal grotesca, su cabeza descansaba sobre un charco rojo. Su sangre. Encima de el, una sabana blanca manchada en un extremo de su roja sangre. Era el cumpleaños de su esposa.
Como todas las mañanas de un lunes, y después de una ducha matutina antes de salir hacia el trabajo, Laura tomaba café en la misma taza que años antes perteneciera a su padre. El periódico en la mesa le contaba lo torcido en la política nacional, los estrenos en las principales salas de cine y teatro, las ofertas en los supermercados, los resultados de la jornada dominical del fútbol, algunas noticias sin importancia para ella. En la parte posterior y alejada de la vista de Laura, se informaba con lujo de detalle el móvil del asesinato de esa infortunada mujer encontrada en su domicilio semidesnuda, ultrajada y salvajemente golpeada. Muerta. Como de costumbre, las autoridades solo mencionaron a los medios de información que se abriría una investigación. Candidata excelente para las crecientes cifras de delincuencia. Cuenta como los tripulantes de ese auto se impactaron de frente contra un árbol, el estado clínico del copiloto, así como la dirección del anfiteatro en donde se encuentra el cuerpo del conductor del compacto azul. La esposa de Juan lloraba desconsolada, rasguñaba, se jalaba los cabellos al leer la triste reseña de lo ocurrido con su esposo la noche que inexplicablemente no llego a casa a celebrar con ella un año mas de vida. Jamás volvería a recibir un beso, una caricia, un abrazo, una mirada, una palabra, un regalo mas de Juan.
Se hacia tarde para Laura, ya no daba tiempo que se enterara de esa nota roja. Dentro de su auto y con rumbo a lo que seria el inicio de una semana mas de trabajo encerrada en una fría oficina, cantaba desentonada la canción de moda, sin dejar de pensar en esos tres alucinantes sueños. Toda la semana transcurrió como la anterior y como la de muchas semanas antes, estaba harta de la monotonía que representaba su trabajo, su vida vacía sin pareja, con pocos amigos, el estar cerca de su familia al alcance de un teléfono. Cansada y con ganas de no saber nada sobre los pendientes del trabajo, termino esa semana. El viernes por la noche no fue al bar de costumbre, estaba demasiado cansada como para pensar en cerveza y ambiente de baile. Prendió la televisión y se sentó en un cómodo sillón rojo. La noche se fue tornando más aburrida y más pesada. Laura callo en un profundo sueño.
Laura sudaba frió. Su corazón parecía que explotaría en cualquier momento. Le faltaba el aire. Sentía como poco a poco se hundía en su torso plano, una hoja de acero filoso, veía como una mano extraña entraba y salía de su cuerpo, por mas que luchaba contra ese extraño hombre, no cedía, gritaba, lloraba, suplicaba, pateaba, golpeaba, escupía, mordía. Todo era en vano. Eran gritos sordos. Estaba sola. No había nadie en ese parque. Sentía lo húmedo de su sangre en su blusa blanca, como se cortaban los músculos de su torso, como corría el aire por su bien formado cuerpo, el frió que poco a poco entraba en su cuerpo, el cansancio de luchar contra alguien mucho mas fuerte que ella, lo pesado que se volvían sus pasos, sentía como se le iba escapando la vida...
Asustada, levanto la parte superior de su cuerpo, como jalada por un resorte, su almohada estaba totalmente empapada de sudor al igual que su pálido rostro. El reloj marcaba 4:30 de la madrugada. En la televisión ya no había transmisión. El té estaba frió. La casa sola. Ella sola. Solamente de dejaba respirar un leve olor a colilla de cigarro quemada.
Respiro profundamente. Sabia lo que pasaría, alguno de los días de la semana.
Esa noche, ella fue la protagonista de ese sueño...
Johnny.
Junio 6, 2005
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