Cronicas V...
Santo viaje interino.
Casi todo el mundo se fue de viaje en estas vacaciones de verano. Algunos a ver a sus parientes y pasarla tranquilos, descansar y relajarse. Otros más se fueron de reventón a alguna playa con sus novios, novias o amantes, a tener sexo salvaje y desenfrenado, y de reventón.
Estas personas van a necesitar unas vacaciones para recuperarse de las vacaciones.
Yo como siempre no tenía planeado salir, como siempre el trabajo no es que me absorba pero bueno, y no lo niego, en parte me favorece, tanto en distracción como monetariamente.
Pero a veces uno se acaba, por la presión mezclada con el estrés.
Así que pensé que tenía que pedir permiso laboral (que afortunadamente me concedieron) por dos días más mi descanso (domingo, lunes y martes) y así aprovechar para estar tranquilo, a solas en casa. Pero de repente a las primeras horas de mis vacaciones internas me empecé a sentir más que solo, abandonado como perro sin dueño, le pedí el carro a mi viejo y a última hora decidí huir de esta realidad y embarcarme en un viaje corto. Que más que un viaje, es un viejo y casi olvidado hábito, para el cual no necesitas tomar un avión, ni una carretera, ni un tren.
Sólo buscas compañeros de viaje, de reunión; que casi siempre están metidos en un departamento, y te dejas llevar por los juegos que tu mente es capaz de inventarse, y no vuelves a saber nada de ti mismo en dos o tres días. Quería pasar estos días solitarios sin pensar, quería evitar enfrentar lo que siento, lo que me duele, lo que disfruto. Necesitaba vacaciones de mí mismo.
En este tipo de viajes a veces conoces personas, pero al finalizar el recorrido rara vez las recuerdas o ellas a ti. En este caso así sucedió.
Se llama... diremos que no tiene nombre, sino apodo: Sol, por el tatuaje que tiene en la espalda. Después de unas 9 horas de reunión, de recorrido por la costera, y sin escalas al ataque de risa y la evasión de la mente, ya había convivido bastante con Sol. Delgada y alegre, se reía de todas las estupideces que yo le decía, y yo me perdía dentro de sus ojos color verde. Sol usaba unos jeans a la cadera, y mostraba el fino ombligo con su arracadita, gracias a un top colorado con apariencia de usado por años, pero que en realidad, acaba de comprar el viernes de la semana pasada, aunque no había ido a su casa a cambiarse.
-"¿Me llevarías a mi casa?"- me dijo.
-"¡No, no, qué flojera!"- le dije.
Cabe mencionar que en circunstancias normales, yo hubiera sido el primero en ofrecerme a llevarla. ¡Claro, sí soy un caballero, casi, casi, sólo me falta mi armadura!
Pero en este viaje se trataba de aprender a ser distinto.
-"¡Ándale wüey ,llévame, tú no eres así!"- me dijo, mirándome con sus ojos verdes y ya colorados por el desveló.
-"¿Así, cómo?"-
-"¡Así como el resto de estos cabrones! Tú, como que eres diferente."-
Me decepcioné de mí mismo. ¿Hasta en este estado se me nota lo imbécil?
-"Ándale wüey, y me pides lo que quieras."-
-"¡Ja!"- yo me reí incrédulo
-"¡Sí cómo no! Si te pido lo que estoy pensando, de seguro me vas a salir con que: 'Ay, eso no, porque ya somos amigos y te quiero mucho'."-
-"¿Qué, qué, cómo dices?"- me preguntó.
-"Sí"- le expliqué - "Es que cierto tipo de mujeres, sólo hacen el amor con los cuates que no quieren mucho. Y como a mí siempre me quieren mucho, siempre me la pellizco. Y entonces tengo que encontrar mujeres nuevas, portarme como un imbécil para que no me quieran mucho, y así poder... ¡etcétera!."- puntualize.
-"¡Ayyy wüey! ¿Pues con qué clase de viejas te juntas?"- me cuestionó.
-"¡Son lindas!"- le dije -"Yo también las quiero mucho, por eso no me acuesto con ellas."-
Los dos nos atacamos de risa por este comentario.
-"Si te llevo, ¿me enseñas una bubi?"- le dije.
-"¡Va, wüey !"- respondió.
Al llegar a la puerta de su edificio, yo no esperaba que me cumpliera mi deseo.
-"¿Cuál quieres ver?"- me preguntó.
-"¿Ehhh?"- respondí con la agilidad mental de López Obrador.
-"Sí, ¿cuál, la derecha o la izquierda?"- señalaba una u otra.
-"¿Sabes qué? ¡Como eres bien lindo, ahí te van los dos!"-
Y se subió el top hasta el cuello.
-"¡Woooowww!"- exclamé -"¡Qué... qué, qué amable eres! ¡Ya me voy!"-
-"¿Por qué te vas?"-
-"¡Porque este tipo de cosas nunca me pasan a mí!"- dije temblando
-"¡Igual y estoy alucinando, tal vez estoy tirado en la sala de mi casa inconsciente y necesito una ambulancia! ¡O tal vez sólo es una broma o tal vez..."-
Interrumpió la sarta de estupideces que yo le decía con un beso largo y profundo. En ese momento, mi viaje interino suicida tomó otro curso completamente distinto. De ser un viaje autodestructivo, se convirtió en un paseo por el cielo, fue como recorrer la Ruta Maya, mezclado con Disneylandia. Ya no salí de su casa en los dos días siguientes. ¿Fue real o lo soñé? Ahora tengo miedo de no volverla a ver. Pero también tengo miedo de encontrarla, y de que todo sea distinto.
Johnny.
Agosto 3, 2005
Casi todo el mundo se fue de viaje en estas vacaciones de verano. Algunos a ver a sus parientes y pasarla tranquilos, descansar y relajarse. Otros más se fueron de reventón a alguna playa con sus novios, novias o amantes, a tener sexo salvaje y desenfrenado, y de reventón.
Estas personas van a necesitar unas vacaciones para recuperarse de las vacaciones.
Yo como siempre no tenía planeado salir, como siempre el trabajo no es que me absorba pero bueno, y no lo niego, en parte me favorece, tanto en distracción como monetariamente.
Pero a veces uno se acaba, por la presión mezclada con el estrés.
Así que pensé que tenía que pedir permiso laboral (que afortunadamente me concedieron) por dos días más mi descanso (domingo, lunes y martes) y así aprovechar para estar tranquilo, a solas en casa. Pero de repente a las primeras horas de mis vacaciones internas me empecé a sentir más que solo, abandonado como perro sin dueño, le pedí el carro a mi viejo y a última hora decidí huir de esta realidad y embarcarme en un viaje corto. Que más que un viaje, es un viejo y casi olvidado hábito, para el cual no necesitas tomar un avión, ni una carretera, ni un tren.
Sólo buscas compañeros de viaje, de reunión; que casi siempre están metidos en un departamento, y te dejas llevar por los juegos que tu mente es capaz de inventarse, y no vuelves a saber nada de ti mismo en dos o tres días. Quería pasar estos días solitarios sin pensar, quería evitar enfrentar lo que siento, lo que me duele, lo que disfruto. Necesitaba vacaciones de mí mismo.
En este tipo de viajes a veces conoces personas, pero al finalizar el recorrido rara vez las recuerdas o ellas a ti. En este caso así sucedió.
Se llama... diremos que no tiene nombre, sino apodo: Sol, por el tatuaje que tiene en la espalda. Después de unas 9 horas de reunión, de recorrido por la costera, y sin escalas al ataque de risa y la evasión de la mente, ya había convivido bastante con Sol. Delgada y alegre, se reía de todas las estupideces que yo le decía, y yo me perdía dentro de sus ojos color verde. Sol usaba unos jeans a la cadera, y mostraba el fino ombligo con su arracadita, gracias a un top colorado con apariencia de usado por años, pero que en realidad, acaba de comprar el viernes de la semana pasada, aunque no había ido a su casa a cambiarse.
-"¿Me llevarías a mi casa?"- me dijo.
-"¡No, no, qué flojera!"- le dije.
Cabe mencionar que en circunstancias normales, yo hubiera sido el primero en ofrecerme a llevarla. ¡Claro, sí soy un caballero, casi, casi, sólo me falta mi armadura!
Pero en este viaje se trataba de aprender a ser distinto.
-"¡Ándale wüey ,llévame, tú no eres así!"- me dijo, mirándome con sus ojos verdes y ya colorados por el desveló.
-"¿Así, cómo?"-
-"¡Así como el resto de estos cabrones! Tú, como que eres diferente."-
Me decepcioné de mí mismo. ¿Hasta en este estado se me nota lo imbécil?
-"Ándale wüey, y me pides lo que quieras."-
-"¡Ja!"- yo me reí incrédulo
-"¡Sí cómo no! Si te pido lo que estoy pensando, de seguro me vas a salir con que: 'Ay, eso no, porque ya somos amigos y te quiero mucho'."-
-"¿Qué, qué, cómo dices?"- me preguntó.
-"Sí"- le expliqué - "Es que cierto tipo de mujeres, sólo hacen el amor con los cuates que no quieren mucho. Y como a mí siempre me quieren mucho, siempre me la pellizco. Y entonces tengo que encontrar mujeres nuevas, portarme como un imbécil para que no me quieran mucho, y así poder... ¡etcétera!."- puntualize.
-"¡Ayyy wüey! ¿Pues con qué clase de viejas te juntas?"- me cuestionó.
-"¡Son lindas!"- le dije -"Yo también las quiero mucho, por eso no me acuesto con ellas."-
Los dos nos atacamos de risa por este comentario.
-"Si te llevo, ¿me enseñas una bubi?"- le dije.
-"¡Va, wüey !"- respondió.
Al llegar a la puerta de su edificio, yo no esperaba que me cumpliera mi deseo.
-"¿Cuál quieres ver?"- me preguntó.
-"¿Ehhh?"- respondí con la agilidad mental de López Obrador.
-"Sí, ¿cuál, la derecha o la izquierda?"- señalaba una u otra.
-"¿Sabes qué? ¡Como eres bien lindo, ahí te van los dos!"-
Y se subió el top hasta el cuello.
-"¡Woooowww!"- exclamé -"¡Qué... qué, qué amable eres! ¡Ya me voy!"-
-"¿Por qué te vas?"-
-"¡Porque este tipo de cosas nunca me pasan a mí!"- dije temblando
-"¡Igual y estoy alucinando, tal vez estoy tirado en la sala de mi casa inconsciente y necesito una ambulancia! ¡O tal vez sólo es una broma o tal vez..."-
Interrumpió la sarta de estupideces que yo le decía con un beso largo y profundo. En ese momento, mi viaje interino suicida tomó otro curso completamente distinto. De ser un viaje autodestructivo, se convirtió en un paseo por el cielo, fue como recorrer la Ruta Maya, mezclado con Disneylandia. Ya no salí de su casa en los dos días siguientes. ¿Fue real o lo soñé? Ahora tengo miedo de no volverla a ver. Pero también tengo miedo de encontrarla, y de que todo sea distinto.
Johnny.
Agosto 3, 2005
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