jueves, junio 09, 2005

Cosas que he callado II...

4:56 a.m.

Por un lapso de tres horas escuche pequeñas, infantiles y tímidas risas, carcajadas y constantes muestras de camaradería. Ya no tenia ganas de contar chistes, ya se me había acabado el repertorio. Uf!! Que ganas de tener a la mano un buen tabaco acompañado con una copa de ron, sentarme a ver como llueve y sentir como la brisa fresca golpea mi rostro, contigo a mi lado. Muchos se acercaron a mi oído y me reclamaron el drástico cambio de humor. Me acorde de ti. muy pronto cambie las risas por el llanto.

Empecé contándoles de tus felinos ojos, de lo mucho que extraño no volver a verlos, de lo profunda que era esa mirada color café claro, de lo hermoso que se veían a contra luz y que descansaban sobre una nariz afilada, pequeña, perfecta y que te hacían ver más bella, de la ternura que me ocasionaba verlos llorar de felicidad y de cómo me rompías el corazón cuando lo hacías por tristeza. Quizás ahora lo hagas por esto ultimo. Les dije de lo calcinante que eran verlos cuando estabas molesta y de cómo con tan solo una mirada me dabas a entender tantas cosas. Miles de ellos rieron hasta desmayar, como si hubiera contando el mejor chiste de la noche.

Les explique del sabor que tenían tus labios cuando te besaba, cuando nuestras lenguas jugueteaban y se volvían una sola, cuando mordía tu carnoso labio inferior. Les dije lo dulce que era el color de tu voz cuando te acercabas a mi oído y como un leve y cálido suspiro me decías: “Te quiero”, cuando no existía mejor forma de amanecer a tu lado que con un abrazo seguido de un “Te amo” aun dormida. Les dije cuanto me lastimaron tus “Te odio” y la ternura que me ocasionabas cuando te dirigías a mí como “Mi vida” o “Mi amor”. Les dije la bella armonía que ocurría cuando te reías a pulmón abierto, al sentir mis juguetones dedos por la planta de tus pálidos pies, cuando se iluminaba tu hermoso rostro con una sonrisa que hacia que me derritiera olvidando cualquier enojo contigo, y el miedo que me daba cuando dejabas salir a la mujer dura e inquebrantable cuando te molestabas. Algunos de ellos se conmovieron y agacharon la vista, la mayoría seguía recorriendo mi cuerpo tendido. Inerte.

Les conté lo delicioso que era descansar mi cabeza sobre tu hombro y alucinar con la fragancia de tu cuello, en el que tantas veces me perdí y que me encantaba besarte. Les dije lo perfectamente moldeados que tienes tus senos. Firmes. Duros. Escucharon atentos con cierto morbo cuando les conte la primera vez que sintieron mis calidas manos y como se erguían cuando sentían mi húmeda y quemante lengua cuando los recorría centímetro a centímetro. Cuando tus piernas abrazaban mi cintura y sentían la desnudes de mi cuerpo cuando nos fundíamos en una sola persona. Cuando te robaba un gramo de vida en un orgasmo. Cuando no importaba otra cosa mas que amarnos...

Era hermoso contemplarte dormida las madrugadas de insomnio, desnuda, sin pudor. Sentir lo terso de tu blanca piel. Sentirte totalmente mía cuando te abrazaba fuertemente contra mi pecho. Caminar por la calle tomada de la mano sin preocupación alguna. Limpiar con besos las lagrimas que tantas veces te ocasioné. Sentir tu aliento fresco en mi rostro. Decirte cuanto me encantaba verte con esos jeans ajustados que dejaban ver tu preciosa figura. Tocar tu cabello. Volverte a besar... no sabes como lo extraño. Hay tantas cosas mas...

Una lagrima recorrió lentamente mi fria mejilla. Uno de ellos se acerco y con su pequeña mano la seco. Se movio hacia mi oído y apenas pude escuchar su infantil voz que decía: “debiste de haberla querido mucho”. Mas que a mi propia vida. Conteste en mi pensamiento.

Si pudiera salir tan solo un minuto de aquí.

Logre la atención de miles de ellos hay presentes. Alcance a ver como la mayoría tenia los ojos húmedos. Un silencio invadió de pronto el ataúd. Minutos después seguían con el festín que mi cuerpo les estaba proporcionando...

Johnny
Junio 07, 2005.

De la pluma del maestro Cortazar

Rayuela
Capitulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Cosas que he callado...

Laura.

Hacia semanas que pasaba lo mismo con sus sueños. Lo curioso de esto era que se presentaban solo los fines de semana. Sabia que algo trataban de significar esos raros sueños. Personas extrañas para ella, eran los protagonistas de esos pasajes alucinantes y mortuorios. Quizás la presión del trabajo, alguna película o simples pesadillas sin importancia pensó ella. Quizás fue eso.

La noche de ese viernes, lejos de su lugar de residencia, ocurría un asesinato. Del otro lado de la ciudad un auto compacto azul de modelo reciente corría a alta velocidad por una avenida poco transitada de esa ciudad, con dos tripulantes en su interior. Juan se dirigía unas calles mas abajo hacia su casa con un paquete entre las manos, era de noche y solo llevaba en su pensamiento algo que le intrigaba de suma manera: ¿le gustara?. Minutos mas tarde yacía boca abajo con una figura corporal grotesca, su cabeza descansaba sobre un charco rojo. Su sangre. Encima de el, una sabana blanca manchada en un extremo de su roja sangre. Era el cumpleaños de su esposa.

Como todas las mañanas de un lunes, y después de una ducha matutina antes de salir hacia el trabajo, Laura tomaba café en la misma taza que años antes perteneciera a su padre. El periódico en la mesa le contaba lo torcido en la política nacional, los estrenos en las principales salas de cine y teatro, las ofertas en los supermercados, los resultados de la jornada dominical del fútbol, algunas noticias sin importancia para ella. En la parte posterior y alejada de la vista de Laura, se informaba con lujo de detalle el móvil del asesinato de esa infortunada mujer encontrada en su domicilio semidesnuda, ultrajada y salvajemente golpeada. Muerta. Como de costumbre, las autoridades solo mencionaron a los medios de información que se abriría una investigación. Candidata excelente para las crecientes cifras de delincuencia. Cuenta como los tripulantes de ese auto se impactaron de frente contra un árbol, el estado clínico del copiloto, así como la dirección del anfiteatro en donde se encuentra el cuerpo del conductor del compacto azul. La esposa de Juan lloraba desconsolada, rasguñaba, se jalaba los cabellos al leer la triste reseña de lo ocurrido con su esposo la noche que inexplicablemente no llego a casa a celebrar con ella un año mas de vida. Jamás volvería a recibir un beso, una caricia, un abrazo, una mirada, una palabra, un regalo mas de Juan.

Se hacia tarde para Laura, ya no daba tiempo que se enterara de esa nota roja. Dentro de su auto y con rumbo a lo que seria el inicio de una semana mas de trabajo encerrada en una fría oficina, cantaba desentonada la canción de moda, sin dejar de pensar en esos tres alucinantes sueños. Toda la semana transcurrió como la anterior y como la de muchas semanas antes, estaba harta de la monotonía que representaba su trabajo, su vida vacía sin pareja, con pocos amigos, el estar cerca de su familia al alcance de un teléfono. Cansada y con ganas de no saber nada sobre los pendientes del trabajo, termino esa semana. El viernes por la noche no fue al bar de costumbre, estaba demasiado cansada como para pensar en cerveza y ambiente de baile. Prendió la televisión y se sentó en un cómodo sillón rojo. La noche se fue tornando más aburrida y más pesada. Laura callo en un profundo sueño.

Laura sudaba frió. Su corazón parecía que explotaría en cualquier momento. Le faltaba el aire. Sentía como poco a poco se hundía en su torso plano, una hoja de acero filoso, veía como una mano extraña entraba y salía de su cuerpo, por mas que luchaba contra ese extraño hombre, no cedía, gritaba, lloraba, suplicaba, pateaba, golpeaba, escupía, mordía. Todo era en vano. Eran gritos sordos. Estaba sola. No había nadie en ese parque. Sentía lo húmedo de su sangre en su blusa blanca, como se cortaban los músculos de su torso, como corría el aire por su bien formado cuerpo, el frió que poco a poco entraba en su cuerpo, el cansancio de luchar contra alguien mucho mas fuerte que ella, lo pesado que se volvían sus pasos, sentía como se le iba escapando la vida...

Asustada, levanto la parte superior de su cuerpo, como jalada por un resorte, su almohada estaba totalmente empapada de sudor al igual que su pálido rostro. El reloj marcaba 4:30 de la madrugada. En la televisión ya no había transmisión. El té estaba frió. La casa sola. Ella sola. Solamente de dejaba respirar un leve olor a colilla de cigarro quemada.

Respiro profundamente. Sabia lo que pasaría, alguno de los días de la semana.

Esa noche, ella fue la protagonista de ese sueño...





Johnny.
Junio 6, 2005

Cronicas IV...

Mi chompi.
(O lo que es lo mismo: La Jefa de Jefas)

Al principio fue mi hermana la que dejo la casa, por algunos problemas con mi padre. Después seguí yo, curiosamente por los mismos problemas con mi padre. De alguna manera los jóvenes nos sentimos a veces como que medio incomprendidos por los padres. ¿Refugio?. Los abuelos. El tiempo que estuve con ella los goce di-a-madre. Yo dormía en una recamara de la planta baja, donde ahora esta instalada ella. Cerca del baño, del teléfono y de la sala. Los vecinos tienen un negocio de cervezas, que en los fines de semana, eso se pone peor que cantina en días de quincena. Mas de una vez me entere de los chismes mas frescos de la colonia, y de algún que otro marcador de la liga de Fútbol de Jiutepec. Fui testigo de múltiples broncas fuera de casa, por lo regular a las 3 de la madrugada, peleas con el monstruo después de cartón y medio, constantes muestras de cariño después de un pomo y demás joterias que se acostumbra en estado etílico.

Un día por andar siguiendo a sus nietos pequeños –supongo que fue eso- quiso comprobar en índice de rebotabilidad de su cabeza contra en duro concreto, simplemente se fue de cabeza por las escaleras, dándose sendo guamaso marca ACME. ¿A poco no se ven poca madre los detalles que les ponen los herreros en los barandales de una escalera, y mas cuando tienen un firme color negro?. Yo creo eso pensó después de ver los cuatro pollos desplumados volando alrededor de su cabeza y de bajar por lo menos 5 escalones y no precisamente a pie.

La matrona tiene 7 hijos, 4 hombres y tres mujeres. La mayor, mi amami (shulada de señora). 17 nietos y dos bisnietos. Tenía una polleria que con el tiempo pasó a manos de uno de mis tíos, donde atendió por lo menos 30 años, quizá más. Aficionada al cuidado de las plantas. Miembro de la vela perpetua. Miembro activo del club de fans “tres veces te engañe” de paquita la del barrio. Telenovelera y cinéfila hasta el tuétano. Si por ella fuera, podría chutarse la colección completa de películas de Pedro Infante en un día completo sin pararse de su mecedora, que por cierto, ya no mece por que le falta un pedazo de madera en una de sus patas, si intentas hacerlo, posiblemente te vayas de espalda. Y que decir de su calvario de películas de semana santa. Aleluya hemano. Un día, tardo media hora en darse cuenta que uno de sus nietos estaba sentado al lado. Le fue imposible apartar la vista de la pantalla, pues la heroína de la telenovela, se había enterado que tenia una enfermedad terminal, y que cambiaria drásticamente el sentido de la historia. Perderse la novela en el horario estelar, ni lo sueñes.

Antes de que tomara demasiado medicamento, ocasionado por su enfermedad, salía con sus dos intimas amigas. Les gustaba irse a la botana. Se perdía de 3 a 4 horas por lo regular los días viernes. Al regreso, solo decía que había ido a comer con sus chompis. De ahí el mote a la que se hizo acreedora, todo ello gracias a mi hermana. La chompi.

Ya he mencionado que es fan de paquita la del barrio. Un día, -me parece que fue su cumpleaños- uno de mis tíos llevo a casa, unos pollos rostizados. Carisimos. Precisamente ese día tenía una presentación, en la feria de Cuernavaca, la mentada Paca. Mi tía –que también es considera fan- consiguió para su madre, como regalo de cumpleaños, pases para esa presentación. Lista para salir de casa, sintió un pequeño e incomodo retortijón –si se entera que les cuento esto, o me mata o de plano corrige mi versión- al que no le tomo demasiada importancia. ¿Acaso, seria suficiente un insignificante retortijón como para privarse de tan magno evento y de paso desperdiciar ese boleto?. Ya instalada en el lugar del concierto, se le olvido que se sentía mal. Y canto voz en cuello “me saludas a la tuya”, y vino “rata de dos patas”, con cerveza y cigarro liado a mano, entono “invítame a pecar” y demás rolas. Los retortijones fueron presentándose con mucho más frecuencia. El baño parecía mas lejos que el regreso a su casa. Aun faltaban 20 minutos más para el término del evento.

Su malestar cedió después de entrar a escondidas, al terreno de una casa, donde dejo, su entonces, tarzanera color blanco con todo y rajita de canela. Estoy seguro que los dueños del mencionado terreno, debieron percatarse de su decoloración al día siguiente. Ya en el taxi, mi tía no paraba de reír. El trayecto de regreso a casa se le hizo eterno. Con la comodidad de estar en casa, termino lo que dejo inconcluso unos minutos antes en ese terreno. Yo hice lo propio, pero de risa, después de enterarme de lo ocurrido esa noche.

El tiempo que estuve en su casa, me dio oportunidad de conocerla aun más a fondo. Supe de sus enamorados, desde un jinete con todo y caballo, en su época de juventud, hasta un señor que moría por sus huesitos, cuando ya estaba separada de mi abuelo. Le conté como 8 un día. Después del almuerzo los fines de semana, me quedaba horas platicando con ella. Lo hacíamos en compañía de unas chelitas, la suya escarchada y con limón. Sabia que mis tíos se molestaban, pues como iba a ser posible que el nieto le estuviera dando a tomar cerveza, siendo que ella supuestamente estaba tomando medicamento. Cuando mi hermana estaba con ella de refugiada hacia lo mismo.

Estando fuera de casa me dio oportunidad tratarme con gente profesional. Tuve un psicólogo gay, que a pesar que es psicólogo y aparte gay, es un wey poca madre
A raíz de un accidente automovilístico de mi tía que la tuvo por lo menos dos meses inmovilizada en cama, a causa de una fractura en la cadera, fue que regrese a casa de mis padres. Solucione mi incomunicación con mi hermano menor, y mi carácter cambio debido al trato profesional del gay pocamadre. Visito con regularidad a mi abuela. Y aun podemos seguir platicando horas, acompañados de unas cervezas heladas. La suya escarchada, con sal y limón, porfavor.





Johnny
Mar.- 03 - 05

Cronicas III...

Hoy que no tengo abuela.

Aun recuerdo los días de mi niñez, con esto quiero decir que en efecto, tuve infancia. Como todo mancebo tuve mis amigos, a los que veía en la escuela y después de la comida, para echar la famosa cascarita.

Aun vivo en la misma casa desde mi niñez, vivo cerca de una barranca, que cuando es temporada de lluvia, eso se pone inundado, lo mismo ocurre con mis vecinos, que año tras año nos convertimos en los damnificados de la colonia. Vivíamos mis padres, mis hermanos y mi abuela paterna. Mi hermana que es mayor que yo 5 años tuvo mucho mas acercamiento con ella que el que tuvimos mi hermano menor y yo. Ella la conoció mucho mejor que nosotros dos.

Sufríamos constantes cortes eléctricos en esos días de borrasca. Y debo decir que eran mágicos esos momentos en los que nos alumbrábamos con velas. En cuanto ocurría, prácticamente quitábamos a mi abuela de su maquina de coser, para que nos contara alguno de sus tantos cuentos. Había hadas, duendes, magia en esos momentos sin luz, de fondo la voz de mi abuela con sus historias. Ahora por mas que trato, solo recuerdo y a medias, una historia de su pueblo natal Tixtla, Guerrero. El viejito ranero. Cuando teníamos alguna presentación en algún bailable en la escuela, era ella quien confeccionaba el atuendo que tendríamos que llevar. Uno de esos días, mi hermano tenia que llevar un chaleco, solo que al muy güey se le olvido que era negro y no rojo como la tenia. Se sentó a llorar porque no podía ir a bailar con un chaleco rojo, si los demás llevaban uno negro. 30 minutos después, mi abuela tenia uno idéntico pero de diferente color. Por las tardes siempre recibía visitas. Acostumbraba echar sus “chilitos”, que no era otra cosa, que hablar algo mal de algunas personas, con las visitas que tenia.

Al ir creciendo y al tener ocupaciones de adolescente, poco a poco se fue perdiendo la magia de esos días de lluvia. Posiblemente los hijos de mi hermana seguirían con esa costumbre. Ellos nunca llegaron a conocer a esa gran mujer que era mi abuela, ya la puedo ver encantada con los “sacatepongolas”. Puedo imaginarla dirigiéndose a ellos como “chambones” seguida de una carcajada, ocasionada por alguna de sus tantas puntadas de mis sobrinos. Tendrían cada quien tres pares de chores de diferentes colores con sus iniciales al costado o algún distintivo para identificar a quien pertenece, cantidad de playeras elaborados por las mágicas manos que ella tenia y alguno que otro dulce o juguete guardado dentro de su viejo ropero para cuando llegaran corriendo a visitarla. No sé si aun tuviera la paciencia de contarles los cuentos como lo hacia con mis hermanos y conmigo.

Tenia pactada una operación, precisamente el día de la boda de mi hermana. Prácticamente mando a chihuahua a un baile a los doctores encargados de su cirugía. Ella tenia que estar con su nieta. Y así fue. Aun tengo la invitación que se le hizo llegar a mi abuela para la ceremonia. A pesar que estaba enferma, comio de todo. Fue su ultima foto con toda la familia reunida. Ahora se encuentra en el centro de una pared de la sala. Cuando mi hermana anuncio el embarazo del primer nieto para mis padres, mi abuela se dirigió a ella diciéndole que ya lo conocía. Le dio señas de cómo iba a ser. Acertó en mucho. No pudo llegar a verme egresado de mi universidad. Después de su operación nada fue igual.

El día de su muerte, hasta el cielo lloro, como dice la canción. Mucha familia que no conocía fue llegando poco a poco a casa. En el transcurso del día que se estuvo velando su cuerpo, no recuerdo haber soltado alguna lagrima. De hecho creo recordar que fui él ultimo en hacerlo. En algunos días, solía tocar la guitarra en la casa, ahora vacía, que ocupo en sus últimos días, los amigos me decían si no me daba miedo estar ahí. Creo que no quede a deberle nada a mi abuela.

Aun tengo mi abuela materna a la que quiero un chingo y le tengo enorme cariño. Ya les daré una reseña de la chompi y de las múltiples chelas que con singular alegría nos hemos tirado.

Hay muchas cosas de las que no me acuerdo. Mi hermana seria la indicada en contarles esto, ella tiene aun más recuerdos y podría darles una mas detallada explicación que yo.






Desabueladamente
Johnny
Mar.- 02 - 05

Cronicas II...

Desde la camilla (y no es cualquier camilla).

Si te has encontrado tirado en una camilla de hospital, déjame contarte esto...

Me ocurrió hace unas semanas. Después de un viernes por las noches en la cual no aguantaba mi constante molestia estomacal, y mi constante necesidad de ir al baño. Después del trabajo matutino el siguiente día, opte por ir a urgencias con mas miedo que ganas.

Revise mi correo tempranito, me sentía peor que niño somalí. De algún modo me veía como uno de ellos. Busque por Internet los síntomas los cuales me aquejaban, y ahí estaba: posible apendicitis. En la madre. Cirugía a huehuetzin tonantzin. En la hipermoder. Hecho esto, y con ganas de que con una sobadita, sopita y descanso se me quitara, me dirigí con mi madre que en ese entonces parecía mas preocupada que yo (a ella le ocurrió lo mismo tiempo atrás) a la unidad medica que me corresponde. Pase a urgencias como si nada. Después de la revisión exhaustiva (?) elaborada por el Doc al cual le cedí mi portentoso vientre, llegue a la conclusión de que ya me sentía bien y que podía darme de alta. Ni madres. Estudio de sangre (descartando posible apendicitis) y de paso unas placas de mi marcadísimo (?) estomago. Deberían ver que huesotes. Gracias a las delicadas y gentiles manos de una enfermera, que me recordó a uno de los simpáticos personajes enfundados en un tutu, de la animación de walt disney fantasía, me vi postrado por al menos 6 horas en observación en la nada cómoda sala de urgencias. Si te sentías enfermo, adentro te sientes peor al cuadrado. Mi hora de entrada marcaba las 11:30 de la mañana. Sin cenar. Sin almorzar. Con un vientre del cual juraría saldría el alien, y con ganas de tirarme como perro amarillo en mi sillón favorito, a ver al menos, los voluptuosos cuerpos de las conductoras en la televisión, después de la sobadita y la rica sopita. Pero...

Era la 1 de la tarde y yo echado con una bolsa de suero colgando encima de mi cabeza. Había soñado con ese fin de semana meses atrás. No llego el equipo al que le soy seguidor asiduo desde hace unos años, pero la onda era ver el superbowl, y que mas que con una buena dotación de alitas fritas (colesterol free) y con una cervezas previamente pasadas por hielo. Ya me imaginaba yo tirado en una cama en la sección de recuperación del hospital, con un mameluco o algo parecido, al cual juras que le hace falta la parte trasera o que te lo dieron roto y que no deja nada a la imaginación, con la abertura en la parte posterior que deja ver desde la espalda completa, hasta la barba partida, mientras algunos de mis amigos, (seguramente) disfrutarían entre cerveza y botana, el partido transmitido por televisión. Ni peps. Mientras yo, comiendo gelatina, agua de sabor, y verduras ricas en vitaminas. Suficiente para una persona que se considera, no fan, sino fanático de los tacos al pastor y alambres en sus diferentes presentaciones e ingredientes y todo lo relacionado con la diversidad de antojitos mexicanos los fines de semana.

Mas que nervios era miedo el que tenia, al costado tenia una mujer, la que se quejaba amargamente, yo sentía que mi trasero se iba haciendo mas chico del que normalmente es, con tan solo escucharla. Al lado un señor que en el tiempo que estuve no se quito la sabana de la cara, parecía que llevaba por lo menos 2 días tirado ahí. Ya me había artado de cantar la misma canción que tenia en mente, no sé si te has visto en este caso, lo que menos quería era acordarme de mi posible ojalateada estomacal, no pase de la misma pagina del libro que tenia en mis manos.

El reloj marcaba las 4, me cae de a madre que ya no me dolía el estomago, ni sentía mi mano derecha. Como dijera mi hermana: “yo soy muy puto para esas cosas”. Olvidaba decir que al entrar a la sección de urgencias, me di el tiempo necesario de mandar mensajes vía celular a mis amigos cercanos. Mi abuela a la cual le tengo un gran cariño (ya les contare un día de estos el porque) se entero dos días después, DOS considerando que soy su nieto consentido.

Seis de la tarde. Mi aliento era peor que el de un león después de un acto circense. Ya estaba “uptudimoder” como dijera el escritor Germán Dehesa. No dejaba de ver el reloj y mi pulsera, la cual usaría en caso de estar en quirófano. Ni hambre tenia. Hasta que se le ocurrió al doctor encargado (según) de mi cirugía, echarle un vistazo a mis placas y mi estudio sanguíneo. ¿Seis horas para llegar a la conclusión que lo que tenia era un exceso de gas interintestinal, un cultivo de diferentes tipos de lombrices, unos churros con harta su salsa valentina del día anterior, y cuanta madre mas dentro del estomago, siendo que desde un principio habían descartado la posible apendicitis, y por la cual la cirugía valía para dos cosas?. Respire de nuevo. Ya me sabia otra canción. El semblante me cambio. Mi trasero regreso a su tamaño normal, y los que sentía en la garganta, regresaron a su posición habitual. A huevo que vería el siguiente día el partido el cual llevaba meses esperando, desde la comodidad de mi sillón. Quise enseñarles lo bien que tenia cortadas mis uñas, pero lo entumido de mi mano donde tenia puesto el suero, solo me dio la oportunidad de mostrarles en dedo medio de mi mano aun adolorida.

Tengo algo así como colitis, no de esa, de la otra, mutación que ocurrió por la gastritis que padecí (ahora al cuadrado) en mi época de estudiante preparatoriano. Empecé una dieta a huex, por aquello de cuidarme y empezar una vida sana. Verduras, leche (que no soporto), nada de irritantes, nada de grasa, lo mismo fumar y tomar. Lo sano me duró apenas semana y media. Aun tengo cereal de fibra, y un yogurt al que le faltan, algo así como 10 días para su caducidad, debería decir que ahora me cuido mas, bueno un poco. La llamada de un amigo, reclamándome el porque se me ocurría enfermarme precisamente el día de la transmisión por cable de la corrida del Juli con Zotoluco, junto con su cuñada (mi hermana) y sus hermanos, me hizo sentir mucho mejor que unas horas antes.

No sé que es lo que haya pasado con la chica que estaba al lado mío, que en el tiempo que estuve en calidad de bulto al igual que ella, no dejó de quejarse. Ni del tipo que parecía tener dos días ahí. No es nada grato estar dentro de una sala de urgencias. Vaya pues un saludo y reconocimiento, a aquellos que se encargan de darle mantenimiento a nuestros cuerpitos. Gracias Doc.





Johnny
Mar.- 01 - 05

Cronicas...

Frente al monitor.

A veces es difícil saber lo que el jefe quiere, haces cada día tu mejor esfuerzo para poder gustar conforme a tu trabajo. Claro, no siempre cumples con ese objetivo. La razón por la que escribo esto es,..... bueno mejor léelo. Solo me dieron ganas de hacerlo.

Llevar la administración de un centro de computo no es tan difícil como la gente cree. Si las maquinas son nuevas, si tienes un buen antivirus, si sabes configurar las maquinas, si les enseñas a manejar bien el equipo y la red no tiene problemas no tienes nada de que preocuparte, es decir, si sabes para lo que fuiste preparado. Y claro, de vez en cuando darle apoyo técnico a los profesores encargados de impartir la materia, y porque no, darles clase tu mismo.

Nunca tuve problemas serios con ninguno de ellos, y puedo decir que ni con mi jefa, quizás algunos con el supervisor por mis continuos retardos que al final siempre llegaban a manos de mi jefa con el objetivo de ser justificados. El solo hecho de hacer bien tu trabajo en ocasiones te da pauta a que gente que no tiene nada que ver con la informática (en mi caso) o en otros ramos, te dé alientos por el desempeño en tu área de trabajo. Así es como conseguí mi segundo empleo por las tardes, y varias invitaciones a comer o simplemente a tirar la copa como comúnmente diría mi hermano, todo en relación a algún problema informático que a fin de cuentas no era para tanto. El trabajo de centro de computo no es cansado ni estresante, al contrario, en mi caso fue realmente genial hacer algo que te gusta hacer, trabajar en lo que te preparaste no debe ser rutinario, y aun así, recibir un pago por lo que te gusta hacer, es realmente gratificante. Siempre y cuando no tuvieras que configurar 30 maquinas. Hay si que era trabajo.

Eso de formar parte de la estadística de desempleo si se siente como que medio feo. Y más cuando formaste parte por 4 años dentro de la misma institución sin contratiempos, bueno tendré que decir que no todo fue muy bien que digamos. En primera, si es un espacio compartido, tendrás que chutarte los malos comentarios y de paso alguna que otra mala palabra de tu colega en cuestión. Siempre trate de sobrellevar una relación amistosa con todos mis compañeros de trabajo, y creo que así es como me hice de varios cuates o al menos, una relación amistosa dentro y fuera del área laboral.

Nadie es indispensable en el trabajo, lo tengo muy claro, el hecho es que de un día para otro te das cuenta que por algunos errores, ya no formas parte de ese grupo al cual perteneciste, que aunque no unido al menos era ameno, y eso si es un tanto cuanto frustrante. Cuando te das cuenta de todo lo que dejaste, tal vez lo hubieras hecho mejor. Debo decir que en días de vacaciones no me encontraba en casa, no quiero decir con esto que nunca estaba en casa, sino al contrario. Después de tener una rutina de levantarte temprano, asearte, llevar tus cosas, etc. te das cuenta de que son vacaciones. Necesarias. Nunca lo negué, llegaba a la conclusión que me hacia falta estar sentado frente a mi monitor, escuchar los emepetres que usualmente escuchas para tener un ambiente propicio para el trabajo, saborear el cafesín que siempre esta dispuesto a quitar ese sueño que aun te aqueja por la mañana, empezar el trabajo que tenias pendiente, y claro porque no, revisar el mail que aunque no es lo que esperabas, al menos te das la molestia de saber que tus amigos aun siguen mandando la misma cadena del niño que te pide mandar el mismo correo a tus contactos para que Microsoft o alguna organización no gubernamental le abone .50 centavos de dólar por cada mail enviado. Que te puedo decir del mensenguer.

Debo decir que extrañare eso. Espero que no sea por mucho tiempo.
El hecho es que, a pesar de mi renuncia ahuevito, los problemas que siempre aquejan, mi relación hijo – padre un tanto cuanto desgastada, mi carrera aun sin culminar, mis amigos con su constante adicción etílica, mi musa la cual espera que vuelva a plasmar en tinta lo que me inspira, mi actual trabajo, mis ganas de mandar todo a la %&#@}ç (donde estará bien instalada mi ex-jefa al termino del semestre), mi necesidad de obtener mi propio auto, y demás cosas, llego a la conclusión de que me siento realmente bien y no hay nada mejor, que tener eso que me aqueja, y que si estoy molesto, no es en contra de alguien, sino conmigo mismo. Diría mi papá “te lo dije”, seguido de una mueca grotesca, su movimiento negativo con la cabeza y un profundo respiro, mostrando así, su total desacuerdo con lo ocurrido, aunado a su descontento para conmigo. Es difícil no estar en la misma sintonía verdad viejo??

Yo no me siento así. Gracias a dios (y mira que soy ateo) aun tengo trabajo, no estoy titulado pero al menos hago (todavía) lo que me gusta y por el cual fui preparado, cosa que le agradezco infinitamente a la institución de la cual fui graduado y por lo que ahora soy lo que soy, a la que le serví por 4 años, y de la cual salí a fuerza de blanquillos. Debo decir que el estar trabajando desde que estuve en la universidad me sirvió bastante, ya que conocí gente mucho mayor que yo, experimentada, con otro tipo de intereses y otras costumbres con relación a mi diminuto grupo universitario por 5 hermosos años, del que formo parte, y del cual siempre formare. Y que de alguna forma ha ido moldeando mi forma de ser.

Por algo pasan las cosas.

Un amigo al cual le tengo gran estima siempre me recuerda: “No hay que tomar tan enserio el trabajo, a fin de cuentas, solo eres uno mas de la empresa, les haces ganar y después te dan con enorme cariño, un patín por el culo”. Debo decirte que no hagas caso en lo que digo, mi intención no es hacerte cambiar de parecer, tan solo hazlo bien, no me gustaría que engordaras mas la lista de desempleo.



Desempleadamente
Johnny.
Feb.- 28 - 05