Crónicas VIII....
Después.
Piensas en los días en los que caminábamos juntos tomados de las manos por las calles oscuras y a altas horas de la noche, las palabras al oído en las reuniones familiares, las caricias después de la cena y frente al televisor, nuestro primer beso en aquella parada de autobús, el día que nuestros cuerpos se fundieron por primera vez en uno solo en la incomodidad del estudio, lo tenue de las velas y el dulce perfume de las rosas recién cortadas de la cena en la azotea, la primera vez que cante bajo tu ventana de madrugada, el perderme en incontables ocasiones dentro de tu blusa y bajo tu falda, y recuerdas como nuestras peleas terminaban siendo el pretexto perfecto para una noche de pasión para el reencuentro.
Mueves nuevamente la cuchara dentro del café, con una sonrisa picara vuelves al sillón sentándote a mi lado, buscando abrigo entre mis brazos y sobre mi pecho, tu piel esta fría, te digo por décima vez que te quiero en apenas un par de minutos, apoyando mi barbilla sobre tu pelo, cierras los ojos y siento como poco a poco dejas de temblar.
Nos quedamos sentados sin decir nada frente al ventanal abierto de par en par, con tus piernas flexionadas sobre el sillón, con mis brazos alrededor tuyo, con tu música favorita que apenas logro escuchar entre el ruido que ocasiona tu cuchara moviéndola dentro del café, con tus ojos cerrados y tu piel menos fría, con otro te quiero entre mis labios, con el olor de tu pelo y el perfume de tu cuello, sintiendo como una brisa fresca golpea nuestros cuerpos, haciendo que se junten aun mas, sintiendo el correr lento del tiempo y viendo como se empapa la ciudad.
Todo ello ocurre después, justo después de empezar a llover.
Johnny.
Octubre 31, 2005.
Piensas en los días en los que caminábamos juntos tomados de las manos por las calles oscuras y a altas horas de la noche, las palabras al oído en las reuniones familiares, las caricias después de la cena y frente al televisor, nuestro primer beso en aquella parada de autobús, el día que nuestros cuerpos se fundieron por primera vez en uno solo en la incomodidad del estudio, lo tenue de las velas y el dulce perfume de las rosas recién cortadas de la cena en la azotea, la primera vez que cante bajo tu ventana de madrugada, el perderme en incontables ocasiones dentro de tu blusa y bajo tu falda, y recuerdas como nuestras peleas terminaban siendo el pretexto perfecto para una noche de pasión para el reencuentro.
Mueves nuevamente la cuchara dentro del café, con una sonrisa picara vuelves al sillón sentándote a mi lado, buscando abrigo entre mis brazos y sobre mi pecho, tu piel esta fría, te digo por décima vez que te quiero en apenas un par de minutos, apoyando mi barbilla sobre tu pelo, cierras los ojos y siento como poco a poco dejas de temblar.
Nos quedamos sentados sin decir nada frente al ventanal abierto de par en par, con tus piernas flexionadas sobre el sillón, con mis brazos alrededor tuyo, con tu música favorita que apenas logro escuchar entre el ruido que ocasiona tu cuchara moviéndola dentro del café, con tus ojos cerrados y tu piel menos fría, con otro te quiero entre mis labios, con el olor de tu pelo y el perfume de tu cuello, sintiendo como una brisa fresca golpea nuestros cuerpos, haciendo que se junten aun mas, sintiendo el correr lento del tiempo y viendo como se empapa la ciudad.
Todo ello ocurre después, justo después de empezar a llover.
Johnny.
Octubre 31, 2005.
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