martes, agosto 23, 2005

Cosas que he callado IV...

Julieta.

Era imposible apartar la vista de esas hermosas y bien torneadas piernas blancas, su atuendo dejaba ver lo perfecta simetría de su cuerpo, su ajustada blusa marcaba unos senos finamente moldeados, bellos, mujer deseable para cualquier hombre dentro de ese bar. Su rostro tenia líneas tan finas y definidas que parecía ser una muñeca, sus ojos estaban resguardados por unas gafas pequeñas de aumento, la hacia ver más interesante para cualquiera. Esa noche no me arme de valor para abordarla, ¿qué podía decirle a tan perfecta mujer?. Los días pasaron, lentamente volví a recordar cada parte de su voluptuoso cuerpo, imaginándome recorriéndolo lentamente con mis manos, probando palmo a palmo la totalidad de su cuerpo, hablándole con la boca pero desde el corazón, bajarle la luna y las estrellas con cada palabra perfumada, sentir su sola presencia.
Volví días después a ese bar, pedí una copa y me dispuse a esperar que apareciera. Las zapatillas la hacia ver mas alta de lo normal, pero le hacían resaltar su figura. De inmediato quite esa minifalda negra y su blusa blanca. La desnude en mi mente. La bese en mi mente. Arto de tantos alucines con ella, y perdiendo miedo me dispuse a abordarla. Me llene de valor, de coraje, de hombría y de sortilegios con tal de conquistarla. Le pregunte su nombre. Supe hasta entonces que se llamaba Julieta y que estudiaba en la universidad del estado. Que tenia 24 años y que rentaba un cuarto con tres amigas compañeras suyas de la facultad. Que aun le faltaban dos años para terminar su carrera y que padecía de insomnio. Que tenia un perro al cual sacaba a pasear en las mañanas. Que hacía tres meses que no tenía novio. Que le gustaba el Rock y que le gustaba leer, aunque no lo hacia seguido debido al trabajo y a las clases de la universidad. Que estaba harta de la rutina y que pensaba tener dos hijos estando casada con el hombre de sus sueños. Su voz era fresca, sus ojos pequeños y verdes, su boca roja invitaba a ser besada, su sonrisa cautivaba, su mirada me mataba.
Tomamos varias copas. Después de cuatro horas de charla amena y de uno que otro chiste, accedió a acompañarme. Sucumbimos a la pasión reprimida en los dos, terminamos cuerpo a cuerpo, sudando, recorriéndonos de arriba a abajo, no dejando caer ninguna migaja entre los dos, sintiendo la exquisitez de sus bien torneadas y perfectas piernas rodeando mi cintura, sintiendo lo terso de sus bellos senos, extasiado por el sabor de sus labios, gozando la desnudes y el calor de su cuerpo, disfrutando cada centavo que por ella había pagado...

Johnny.
Agosto 23, 2005.

jueves, agosto 04, 2005

Cronicas VI...

En la plaza.

Al principio se me hizo raro verla bailando alrededor de esa fuente con un títere entre sus manos, cantaba y brincaba como si fuera una niña de 5 años a la cual le acaban de regalar lo que siempre había deseado. Pedí un par de cervezas al mesero y me senté en una de las mesas ubicadas en la parte de afuera de ese bar, vacío apenas por la tarde. La chica daba vueltas por todos lados bailando y cantando, parecía estar como, en un viaje psicotropico, de cuando en cuando se sentaba con los demás clientes de otros bares de esa plaza medio vacía. Parecía no molestarles, pues les contagiaba la buena vibra y lo feliz de esos ojos claros, al menos les robaba una sonrisa.

En algunas ocasiones, lograba tener una charla amena con alguno de los clientes, al menos eso me parecía, cantaba y hacia bailar sobre la mesa al títere que traía en sus manos. Al final seguía haciendo lo mismo, dar vueltas por toda la plaza. Lo interesante de mi lectura y la sed que tenia me hizo pedir otro par de cervezas, prendí el sexto cigarrillo y me dispuse a seguir con mi lectura.

No note el tiempo en que se acerco a mi mesa hasta que la vi sentada frente a mí, y como si nos conociéramos de tiempo me dio un “hola” seguido de un “como estas” con tanta naturaleza que trate de recordar si la conocía de algún lugar.
-Te puedo contar una historia?
Dije que si con mi cabeza cerrando mi libro y dando una fumada a mi tabaco. Puso el títere sobre la mesa y empezó un monologo algo parecido a esto:

“Había una vez cuatro duendes, a los cuales les encomendaron guardar el amor de los hombres y las mujeres, y que no les fuera tan sencillo encontrarlo para poder valorarlo más.
Uno de ellos dijo:
- Hay que meterlo en lo profundo del mar.
Los otros tres protestaron alegando que el hombre inventaría algo para viajar a las profundidades del mar y lo sacaría, y harían mal uso de el pues les seria tan sencillo encontrarlo con los inventos del hombre.
El segundo dijo:
- Hay que ponerlo en la cima más alta del mundo.
Los otros protestaron diciendo que tarde o temprano, sé correría el rumor de que se encuentra en las cimas mas altas del mundo y algún día conquistarían esos montes y quizá harían mal uso de el.
El tercero dijo:
- Hay que ponerlo en la ciencia.
Los demás protestaron. Todos los científicos y estudiosos lo encontrarían tan rápido que abusaran de los que nada saben de ciencia y harían mal uso de el.
El cuarto y ultimo dijo:
- Hay que meterlo en el corazón de cada hombre y mujer del mundo, pues a pesar de estar tan cerca de ellos les será tan difícil penetrar el corazón de una mujer al igual que el suyo, le podemos poner un escudo al cual le llamaremos celos, que los sentimientos lo vigilen y que este envuelto con tres capas de enamorarse, extrañar y querer.
No hubo protesta alguna por parte de los tres duendes dieron por valido que causaría tanto esfuerzo encontrar el amor dentro del corazón mismo.

Ahora que sabes donde esta el amor, le podrías regalar una moneda a mi títere?”
En ese momento entendí la risa que les causo a los demás clientes de los demás bares de esa plaza. Nos regalamos una sonrisa, deje sobre la mano del títere una moneda de 5 pesos y un cigarrillo prendido en los labios de esa pequeña niña enfundada en un cuerpo de adolescente de por lo menos 17 años, me dio las gracias, hizo que me despidiera del títere con un apretón de manos, y acto seguido, se marcho dando vueltas por toda la plaza medio vacía, cantando y brincando, como si fuera una niña de 5 años a la cual le acaban de regalar lo que siempre había deseado.

Johnny.
Agosto 4, 2005

Cronicas V...

Santo viaje interino.

Casi todo el mundo se fue de viaje en estas vacaciones de verano. Algunos a ver a sus parientes y pasarla tranquilos, descansar y relajarse. Otros más se fueron de reventón a alguna playa con sus novios, novias o amantes, a tener sexo salvaje y desenfrenado, y de reventón.
Estas personas van a necesitar unas vacaciones para recuperarse de las vacaciones.
Yo como siempre no tenía planeado salir, como siempre el trabajo no es que me absorba pero bueno, y no lo niego, en parte me favorece, tanto en distracción como monetariamente.
Pero a veces uno se acaba, por la presión mezclada con el estrés.

Así que pensé que tenía que pedir permiso laboral (que afortunadamente me concedieron) por dos días más mi descanso (domingo, lunes y martes) y así aprovechar para estar tranquilo, a solas en casa. Pero de repente a las primeras horas de mis vacaciones internas me empecé a sentir más que solo, abandonado como perro sin dueño, le pedí el carro a mi viejo y a última hora decidí huir de esta realidad y embarcarme en un viaje corto. Que más que un viaje, es un viejo y casi olvidado hábito, para el cual no necesitas tomar un avión, ni una carretera, ni un tren.
Sólo buscas compañeros de viaje, de reunión; que casi siempre están metidos en un departamento, y te dejas llevar por los juegos que tu mente es capaz de inventarse, y no vuelves a saber nada de ti mismo en dos o tres días. Quería pasar estos días solitarios sin pensar, quería evitar enfrentar lo que siento, lo que me duele, lo que disfruto. Necesitaba vacaciones de mí mismo.

En este tipo de viajes a veces conoces personas, pero al finalizar el recorrido rara vez las recuerdas o ellas a ti. En este caso así sucedió.

Se llama... diremos que no tiene nombre, sino apodo: Sol, por el tatuaje que tiene en la espalda. Después de unas 9 horas de reunión, de recorrido por la costera, y sin escalas al ataque de risa y la evasión de la mente, ya había convivido bastante con Sol. Delgada y alegre, se reía de todas las estupideces que yo le decía, y yo me perdía dentro de sus ojos color verde. Sol usaba unos jeans a la cadera, y mostraba el fino ombligo con su arracadita, gracias a un top colorado con apariencia de usado por años, pero que en realidad, acaba de comprar el viernes de la semana pasada, aunque no había ido a su casa a cambiarse.
-"¿Me llevarías a mi casa?"- me dijo.
-"¡No, no, qué flojera!"- le dije.
Cabe mencionar que en circunstancias normales, yo hubiera sido el primero en ofrecerme a llevarla. ¡Claro, sí soy un caballero, casi, casi, sólo me falta mi armadura!
Pero en este viaje se trataba de aprender a ser distinto.
-"¡Ándale wüey ,llévame, tú no eres así!"- me dijo, mirándome con sus ojos verdes y ya colorados por el desveló.
-"¿Así, cómo?"-
-"¡Así como el resto de estos cabrones! Tú, como que eres diferente."-
Me decepcioné de mí mismo. ¿Hasta en este estado se me nota lo imbécil?
-"Ándale wüey, y me pides lo que quieras."-
-"¡Ja!"- yo me reí incrédulo
-"¡Sí cómo no! Si te pido lo que estoy pensando, de seguro me vas a salir con que: 'Ay, eso no, porque ya somos amigos y te quiero mucho'."-
-"¿Qué, qué, cómo dices?"- me preguntó.
-"Sí"- le expliqué - "Es que cierto tipo de mujeres, sólo hacen el amor con los cuates que no quieren mucho. Y como a mí siempre me quieren mucho, siempre me la pellizco. Y entonces tengo que encontrar mujeres nuevas, portarme como un imbécil para que no me quieran mucho, y así poder... ¡etcétera!."- puntualize.
-"¡Ayyy wüey! ¿Pues con qué clase de viejas te juntas?"- me cuestionó.
-"¡Son lindas!"- le dije -"Yo también las quiero mucho, por eso no me acuesto con ellas."-
Los dos nos atacamos de risa por este comentario.
-"Si te llevo, ¿me enseñas una bubi?"- le dije.
-"¡Va, wüey !"- respondió.
Al llegar a la puerta de su edificio, yo no esperaba que me cumpliera mi deseo.
-"¿Cuál quieres ver?"- me preguntó.
-"¿Ehhh?"- respondí con la agilidad mental de López Obrador.
-"Sí, ¿cuál, la derecha o la izquierda?"- señalaba una u otra.
-"¿Sabes qué? ¡Como eres bien lindo, ahí te van los dos!"-
Y se subió el top hasta el cuello.
-"¡Woooowww!"- exclamé -"¡Qué... qué, qué amable eres! ¡Ya me voy!"-
-"¿Por qué te vas?"-
-"¡Porque este tipo de cosas nunca me pasan a mí!"- dije temblando
-"¡Igual y estoy alucinando, tal vez estoy tirado en la sala de mi casa inconsciente y necesito una ambulancia! ¡O tal vez sólo es una broma o tal vez..."-

Interrumpió la sarta de estupideces que yo le decía con un beso largo y profundo. En ese momento, mi viaje interino suicida tomó otro curso completamente distinto. De ser un viaje autodestructivo, se convirtió en un paseo por el cielo, fue como recorrer la Ruta Maya, mezclado con Disneylandia. Ya no salí de su casa en los dos días siguientes. ¿Fue real o lo soñé? Ahora tengo miedo de no volverla a ver. Pero también tengo miedo de encontrarla, y de que todo sea distinto.

Johnny.
Agosto 3, 2005