viernes, septiembre 07, 2007

Crónicas XIX...

De mi abuela.

Como conté anteriormente, a ella le gustaba mucho platicar después de comer, bueno en realidad no, se apersonaba exactamente a un metro de distancia de su aparato receptor, su TV para que me entiendan, lo hacia acompañada de un vaso de clamato, con cerveza cuando aun no estaba tan enferma, bueno, en realidad no era clamato, pero se lo invitaba cuando podía. Era tierna al hablar con sus plantas cuando les daba una buena mojada con la manguera en su mano. Eso si era cierto. Las chuleaba y las acariciaba, les quitaba las matas que les salían en sus macetas, se enojaba cuando sus nietos las rompían, era bastante divertida.

Como lo dije anteriormente en “Mi chompi”, viví un tiempo en su casa, conté las varias ocasiones en las que nos sentábamos en el patio, ella con su clamato con sal y limón, yo con mi cerveza tamaño familiar buscando quitarme el malestar post-peda de la noche anterior. Platicábamos de muchas cosas, de los problemas que todos mis tíos y tías iban a desahogar con ella, cosa que siempre repercutía en su apenas masomenos buena salud. Creo que siempre trate de que se sintiera relajada y de buen humor cuando estaba con ella, hablo por mí, quiero creer que mis primas hacían lo mismo, puedo decir que sufría de ataques de carcajadas cuando recordábamos algún pasaje chusco de ella. Y debo decir que tenía bastantes momentos de esos. Me contaba los chismes más frescos de la familia. Fue ella quien me dijo como preparar la salsa para hacerme unas enchiladas y como hacer las orejas (setas). Si ya lo se, no tiene nada de ciencia, ósea, yo no sabia y ya. Tengo muchos recuerdos tuyos bastante frescos.

Pudo haber estado más tiempo con nosotros. Al llegar a casa de mi mama, su salud ya no era muy buena que digamos, delicada pues. Había que ponerle constantemente oxigeno, inyectarle insulina, bajarle la presión, calmarla, pues se ponía muy nerviosa, cuidarla en las noches, estar al tanto de su medicamento. Esa temporada que estuvo en casa de mi mama, me permitió ver el lado humano y sensible de mis tíos, tías, primos y familiares.

No me gustaba verte en cama. Me sentía muy nervioso cuando te decía que descansaras, que mañana nos veíamos, antes de cerrar mi puerta. Recuerdas que te cante como Pedro Infante cuando fue tu cumpleaños?. Si, lo se, nada mas te cante a ti. Hasta sentí que la banda de viento estaba detrás de mi cuando empecé a cantar: “…dicen que soy mujeriego, no lo puedo remediar…” imaginándome cómo le cantaba Pedro Infante a Sara García en la película Los Tres García. Tú te limitaste a reír. No sabes como quería cambiar ese momento cuando te vi, con todos esos cables en el hospital. Me quede frió. No pude más y me rompí. Creo a todos nos rompimos esa noche.

Actualmente tengo una planta llamada comúnmente pata de elefante, que en realidad no es mía, sino de mi hermano, a la que no hace mucho la cambie a una maceta mas grande para que creciera más y estuviera cómoda, al hacerlo me vino el recuerdo cuando veía la silueta apenas regordeta de mi abuela con manguera en mano hablando cariñosamente con sus plantas. Me siento raro haciendo lo mismo, al menos con esta pata de elefante.

Echo mucho de menos despertar y verte todavía dormida con la puerta abierta en el cuarto de mi hermano. Te extraño cuando regreso de trabajar y no veo tu puerta abierta, y tu tapada de pies a cabeza, aunque afuera no estuviera haciendo tanto frió. Extraño verte a un metro de distancia del televisor sentada en tu mecedora, viendo algunas películas de Pedro Infante, las mismas que veías una y otra y otra y mil veces. No sabes como extraño visitarte a plena hora de tu novela, que aunque ya la habías visto te la chutabas de todas maneras. No tienes idea de cuantas ganas tengo de volver a verte regar tus plantas y volver a sentarme contigo a platicar de todo y de nada y volver a carcajearme contigo con alguna puntada. Pero tu corazón se canso, que hasta reír te causaba esfuerzo. Prometiste que te pondrías bien y que le echarías ganas. Prometiste cuidar a mi hija. Prometiste que nos iríamos a pasear al parque. Prometiste que nos tomaríamos otro clamato con limón y sal como a ti te gustaban.

Te extraño, como no tienes idea.



Johnny.
Septiembre 7, 2007.

jueves, septiembre 06, 2007

Cosas que he callado XVI...

De un concierto.

Abrázame, que esta noche no consigo,
Dejar de temblar de frió,
Que ya basta del castigo,
De estar sin tu corazón.
Balcazar.

Bastó una botella de vino tinto para empezar una noche mágica. El lugar a media luz. La compañía inmejorable. La música bastante buena. El cantante excelente. Desde hacia mas o menos tres meses que sabíamos que se presentaría Edgar Oceransky en Cuernavaca y que daría un concierto, justo el primer día del ultimo mes. El primer concierto de este trovo al que acudimos en Cuernavaca había sido en septiembre y no se presento solo, sino con un trovo sinaloense (me parece) y uno local, y con un chorero jarocho chingón. En cuanto supe que volvería a Cuernavaca, pensé, le di vuelta una y otra vez a mi plan de decirle (otra vez) que se quedara conmigo. Yo iría de saco y sin corbata, claro. Pantalón de mezclilla. Zapato sin calcetín. Casual.

No sabia si hincarme a mitad de la canción, pararme e interrumpir el concierto haciéndome notar, pedirle al trovo nuestra canción (creo que si es nuestra o no cielo??) con la que seguramente la mayoría diría un “aaahh” en tono de burla, posiblemente llevaría algún regalo, posiblemente esa misma noche no hubiera regresado a su casa, pues su hermana menor me había concedido su mano en nombre y representación de su madre, todo con la idea de quedarse con lo que seria su nueva habitación, mas grande, con mucho mas espacio para su ropa, y sin la necesidad de dormir en compañía de su otra hermana.

Llevó su disco para que lo firmara el trovo de puño y letra. En cada choro que servia de intermedio entre canción y canción, pensaba si aventarme al ruedo, interrumpir la presentación, tomar el micrófono, y pedirle ahí mismo, que fuera de nueva cuenta, el que pudiera tomar de la mano, quien pudiera tener entre mis brazos, el que probara de nuevo sus labios y robarles un poco de aliento, quedarme con su delicioso olor después de perderme en su cuello, caminar tomados de la mano, y porque no, robármela de una buena vez. Aunque no tuviera un caballo blanco para robármela. Aunque no le soy muy agradable que digamos a su padre. Aunque por mucho tiempo fui “el traidor” para su madre. No fue para nada sencillo el conseguir de nueva cuenta su venia para pretender a su hija.

Ahora, después de ese concierto, de mi cumpleaños, del suyo, de constantes peleas que terminan afortunadamente con besos y abrazos antes de irme, de idas a comer, al cine, a cenar, al cine otra vez, de conciertos, de bares, de sus amigas y mis amigos, de llamadas a la media noche solo para decirle que no la quiero, sino que la adoro, de sentarnos en la banqueta y mirar como llueve, de películas chipilonas tirados en mi barra, de comida china que debo ir por ella cuando tiene hambre, de tilza, de sus hermanas, de su madre que mas que novio de su hija me toma como técnico de sus computadoras, de sus enojos pues no llego a tiempo, de sus jalones de orejas, de sus zapatillas que compre y que aun debo, aun después de todo esto y muchas cosas mas que hemos pasado, sigo pensando, como hacerle para interrumpir el concierto al que pensamos asistir el próximo mes de noviembre, total. Donde firmo?


Johnny.
Septiembre 7. 2007.

martes, septiembre 04, 2007

Cosas que he callado XVII...

Viernes en la noche.

Todo ocurre justo después de empezar a llover. Le das una vuelta mas a tu bufanda café, o azul, o roja, tienes tantas, y son aun más que has olvidado terminar de tejer. Te acurrucas en mis brazos, y rozas tu nariz helada contra mi pecho hacia arriba y abajo buscando calor. Aunque hace frío, nos sentamos afuera, en la banqueta, buscando que las gotas no nos toquen, viendo a las personas evitar mojar sus impecables tenis blancos o esquivando las gotas para no pescar un resfriado, viéndolas correr de un lado a otro de la calle. Eso te causa gracia.

Y el agua no para. Y la gente sigue corriendo. Y seguimos sentados y abrazados. Y te digo por enésima vez lo mucho que te amo, que quiero que te quedes a dormir conmigo, que no te vayas. Y el viento sopla suave, y buscas más calor en mi pecho y mis brazos. Y me abrazas más fuerte. Y seguimos planeando donde ir el próximo fin de semana.

Siempre he pensado que Valle de Bravo es una buena opción para pasar un fin de semana, aunque para ti sea un autentico mareo viajar hasta allá, prometo llevar pastillas para hacer mas ligero el trayecto. Mejor aun, porque no a la playa? Al zoologico? Al cine? A la Cd de México a un concierto pagando así la promesa que te hice un día? A una exposición de manga? A mi partido de Fútbol? A ver un par de películas chipilonas tirados en la cama?, bueno, a donde quieras.

Tenemos suficiente tiempo para planear nuestro próximo fin de semana. Y tendremos mas cuando deje de llover, cuando se te quite el frío en la nariz, cuando termine de soplar la brisa fresca, cuando nos cansemos de ver gente correr tratando de ganarle a la lluvia, cuando se termine nuestro café, cuando tengamos suficiente sueño como para pensar donde iremos el próximo fin de semana.

John
Septiembre 3, 2007